martes, 9 de abril de 2013

Palomilla en reposo





El showman más exitoso y achorado del Perú hoy no tiene tiempo para hacer yoga. A pocas semanas de estrenar Asu Mare!, película que cuenta parte de su infancia y juventud, Carlos Alcántara (48) habla de su silente lucha por conseguir la fama, y de cómo -bromas aparte- la meditación y el yoga se han convertido en su terapia particular. 

Cuando a los 22 años vendía aspiradoras y cursos de inglés a domicilio, Carlos Alcántara había perdido ya todas las esperanzas de ser famoso. En su barrio, la Unidad Vecinal de Mirones, en el Cercado de Lima, sus compañeros de mataperradas se lo habían dicho fuerte y claro: “La fama es para los blancos. No te hagas ilusiones”. Así que 'Cachín' no tuvo más remedio que olvidarse del sueño infantil de acaparar miradas y aplausos, y en cambio asumió que la suya debía ser una realidad más terrenal. De sacrificios, rutinas y jefes encorbatados. Una vida más acorde a sus raíces humildes y marginales, aquellas por las cuales había renegado por tanto tiempo. 

Carlos Acántara había querido toda la vida fama, fortuna y mujeres bonitas. Ser el centro de los reflectores, salir en la tele y firmar autógrafos por millares. Como Tulio Loza, el 'chato' Barraza o el gran Melcochita, ídolos de hilaridad que durante sus años de infancia vio por televisión y -más adelante- en la peña Ferrando, la revista musical de Panamericana y los cafés teatro de centro de la ciudad, que por aquél entonces acaparaban las curvilíneas Anhalí Cabrera y Gisela Valcarcel. En esos escenarios oscuros, donde el glamour y las luces de neón resplandecían al ritmo apurado de los aplausos, Carlos Alberto Alcántara Vilar se juró a sí mismo un día ser una estrella y brillar con luz propia. 


Pero qué lejos se veían esos sueños cuando, una tarde de 1986, y en vista que el joven 'Cachín' no hacía por la vida más que “jugar fulbito y 'fumar cojudeces'” con los patas del barrio, su madre lo obligó a buscar trabajo donde fuera, con tal de aportar con algo a la economía familiar. No le quedó entonces otra que convertirse en un aburrido vendedor de electrodomésticos y sepultar, por un rato al menos, sus sueños de grandeza y fama. 


Hoy Carlos Alcántara no es más el joven de barrio que pasaba sus tardes sin polo, entre partidos de fulbito y partidas de billar, viendo y aprendiendo de los más grandes el arte callejero del chongo y la criollada. A sus 48 años, este showman, actor y hoy productor cinematográfico, a alcanzado todo aquello que un día soñó, y bastante más. A pocas semanas del rutilante estreno de la película Asu Mare!, Alcántara Villar se ha convertido en la marca registrada del humor fino, criollo y pícaro del limeño marginal de lengua filuda y mente rápida. Hoy Carlos es, a secas, el tipo gracioso al que todos quieren. Una etiqueta que buscó con tesón durante buena parte de su vida, y que irónicamente hoy no deja de sorprenderlo, y de generarle algún extraño sentido de la responsabilidad. 


“Me siento con una misión. De retribuir todo el cariño compartiendo mi experiencia de vida, tratando de enseñar y motivar al resto. De intentar siempre andar en buena onda, y siempre procurando que no se me suban los humos. Porque el día en que me vuelva un creído, la gente se dará cuenta y terminaré dando show para mi mamá y mi esposa” comenta 'Cachín' sin inmutarse. Sin demasiada gracia, y como intentando que, de una vez y por todas, se lo tome en serio. 


LA PAZ DE 'CACHÍN' 

A pesar del encomiable y exagerado éxito de su espectáculo Asu Mare!, el showman más exitosos y achorado del Perú siente que todavía tiene muchas heridas internas que sanar. Vestigios de una juventud acelerada y accidentada, donde los excesos fueron pan de todos los días. Con esa idea –la de exorcizar viejos demonios de juventud- Carlos Alcántara inició, hace ya un par de años, clases de yoga y meditación, se sometió a un régimen alimenticio saludable y adquirió un pequeño terreno en el Valle Sagrado de Urubamba, en Cusco, donde procura refugiarse dos veces por año junto a sus hijos y esposa. Hoy, en plena vorágine promocional de su película Asu Mare!, Alcántara ha tenido que abandonar momentáneamente ese lado espiritual, casi zen, que de un tiempo a esta parte ha comenzado a cultivar, y que se ha jurado retomar apenas el tiempo y sus mil y un proyectos se lo permitan. 

“Ahora entiendo porque tanto actor hollywodense se refugia en el yoga, la alimentación sana y la meditación. Yo por mucho tiempo me intoxiqué bastante, en todo sentido. Y aunque ya me siento bastante sano, todavía me falta sanar algunas cosas de mi interior, que es lo único que me va a permitir afrontar todo lo que viene. Si no estoy bien espiritualmente, la fama es una cosa que te consume. La gente se lleva tu energía. Si tú no estás preparado y solo vives pendiente de lo externo, te quedas en nada. Por eso, uno necesita resetearse. Regresar a uno mismo”, explica Carlos con sobriedad casi protocolar. 


-Todavía me ahogo en un vaso de agua -reflexiona, como quien acaba de descubrir una parte de sí que estaba escondida- “No se manejar el estrés, y eso hace que al final pague pato mi esposa” dice Alcántara algo ensimismado, como tomándose un descanso de la cotidiana chispa a la que nos tiene acostumbrados. 


Para 'Cachín', esto de comer bien y sano es, más que una decisión, una necesidad por mantenerse vigente. “Estoy a la mitad de mi carrera. Tengo 25 años en esto y si me sobregiro, no llego a los 50. Así de simple. Por eso intento cuidarme”. 


Por eso, hoy Carlos come uvas y toma agua embotellada. Dice que es un poco por mantenerse en forma, y otro poco para estar a la altura del próximo personaje que interpretará en el cine: un sicario del Servicio de Inteligencia peruano en los noventa, encargado de eliminar a presuntos terroristas y que, luego de un acercamiento con la iglesia evangélica, comienza a cuestionar su labor como asesino encubierto. La película, dirigida por Baltazar Caravedo y Daniel Higashionna, y llevará por nombre Perro guardían, exigirá que Alcántara luzca fornido y marcado, todo un cambio respecto al escuálido 'Machín' de Asu Mare!. 


A ROMPER TAQUILLA 

Aunque intenta mantener la humildad y sencillez de siempre, Carlos Alcántara no puede esconder las enormes expectativas que le guarda a la película basada en su historia. Y es que no es para menos. Con el trailer a punto de llegar al millón de vistas en YouTube, no es para nada descabellado hablar de un posible record de taquillas. Y aunque no lo diga, no es ningún secreto que Carlos, Manuel Valladares -su socio y productor del film- y el director, Ricardo Maldonado, aspiran a romper la valla de los 635 mil asistentes de “Pantaleón y las visitadoras”. 

“Es una película rara. Un concepto extraño, en el que mezclamos el show -que luego de cuatro años de inusitado éxito continúa agotando funciones- con escenas específicas de mi vida y de la vida de un chico de barrio en los ochentas. Para mi, la cinta es una celebración. Jamás me imaginé que iba a terminar haciendo una película con mi historia, ni que esta fuera a inmiscuir ir a filmar a mi barrio, que salgan mi mamá, mis hermanos, mis amigos –actores y no actores-. Es totalmente alucinante” refiere Alcántara, con la sonrisa de vuelta en el rostro. 


Con esa misma sonrisa, Carlos se quita -sin un ápice de pudor- el polo con estampado del Hombre Araña, y se enfunda el terno prestado con el que será retratado hoy. Junto con el traje, pareciera ponerse también el disfraz desenfadado y desfachatado del 'Machín' de siempre. Quimboso, divertido y juguetón. Vuelve entonces el personaje hilarante al que todos queremos. El tipo que nos hace reír con nuestros propios prejuicios. El palomilla que no es, ni por asomo, una santa paloma.

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