domingo, 15 de noviembre de 2009

CRISIS PULMONAR

En épocas mesopotámicas, el castigo para Susan Hoefken habría merecido una discusión de alta envergadura. En la ley del ojo por ojo, lady Susan se debatiría entre la benévola condena de perder una mano por un hurto de efectos especiales, y la tortuosa y lenta muerte de a quien arrancan un pulmón.


Rompiendo paradigmas, lady Susan se trajo abajo el mito de la chica rubia y bonita pero tonta. Su acto, ingenioso y sencillo, funcionó y sobrepasó toda expectativa. Solo una aguda e instintiva sospecha policial logró hacerla trastabillar y desnudar los cabos sueltos que la Hoefken dejó desperdigados en la escena del crimen. Entonces la farsa salió a la luz y la pobre Susan se quedó sola y hecha bolita. En lo que no es más que una ironía cruel, lo de Susan Hoefken fue la muestra más concluyente del karma de jugar con occisos. Y es que con los chinos, ni aunque muertos.


Cual capítulo de fin de temporada de Seinfeld, el desventurado montaje robo-de-pulmón tiene que haber sido elucubrado en una tarde de porros y vinos, en alguna enrejada urbanización de La Planicie. Entre risas, el más entusiasta del grupo decidió planear una estrategia infalible para que la muestra de lady Susan repuntara en ventas. Entre todos -cinco ó seis, ya algo borrachos- esbozaron los detalles del gran golpe. Todos hablarían de aquello. La prensa acudiría presurosa, ávida de regodearse en el morbo de un pulmón extraviado. Ahí entraría a tallar Susan con sus dotes histriónicas de pinochita novel. La indignación debía salirle a borbotones frente a miles de televidentes; incluso irían más allá, ofrecerían una recompensa por el famoso pulmón y entonces la exposición luciría, como siempre debió ser, abarrotada de morbosos parroquianos en busca de admirar el cuerpo plastinizado de quien lucía, a tajo abierto, la ausencia estrepitosa de uno de sus órganos pulmonares.


Pero, como ciertas bromas, el chongo del pulmón hurtado no dio risa a la mañana siguiente. Jugar con la vergüenza de un país como el nuestro, tan propenso a emociones, es como andar por la cuerda floja en el Centro Cívico. La anodina pendejada del corrupto: jugar a que nadie se de cuenta.


Alan García, nuestro robusto padre de la patria, acusó frente a cámaras y micrófonos -a voz en cuello y a todo pulmón- que lo de Susan era gravísimo y malvado; que aquella mujer de dudosa peruanidad, no merecía haber nacido en esta tierra hija del sol. Improperios aparte, el sumo pontífice del Estado tildó -o casi- a la Hoefken de ser una auténtica traidora a la patria.


Curioso esto último. Un nuevo caso de espionaje internacional parece reavivar este concepto. A decir de muchos, la traición a la patria es cosa seria, de suma gravedad. Y aunque un grueso de peruanos es traidor a su modo, (tirando basura a la calle, dando coima a policías, perteneciendo o permitiendo la existencia de las mal llamadas barras bravas, etc.) el robo de un pulmón de fama mundial nos sumió en algún tipo de vergüenza colectiva. De las que se cuentan entre risas en la mesa de cualquier casa; “Sólo en el Perú”.


Poco después, descubierta la farsa y con la Hoefken vilipendiada en medios y redes sociales, la fiscalía pide seis años de cárcel para la confabuladora de este vil montaje publicitario. Cual Seinfeld, el capítulo de la roba-pulmón acaba con un comediante en pleno show, explicando, con gesticulaciones exageradas, las varias formas existentes para disecar a la susodicha.

2 comentarios:

  1. Dicen que ha postergado su matrimonio: http://www.caretas.com.pe/Main.asp?T=3082&S=&id=12&idE=853&idSTo=74&idA=43237 Original frase se rescata: "Ladrón que roba pulmón tiene 100 años de solterón".

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